Roble-pino en Canicosa de la Sierra


 Canicosa de la Sierra (Burgos)

























Éste roble tiene 250 años y una circunferencia de 3,40 m y el pino tiene 130 años y una circunferencia de dos metros a 2,90 del suelo.
El Pino Roble de Canicosa consigue el quinto puesto en el concurso "Árbol Europeo del Año" 2016 , situándose detrás de Hungría, República Checa, Eslovaquia y Polonia

Pino en Playa Pita Pinua - Pine

                                                                                               Playa Pita (Soria)
…para proteger al lince ha habido que cortar 18 millones de pinos?
Durante las décadas 40, 50 y siguientes del siglo XX se realizaron en España repoblaciones masivas de eucaliptos y pinos. Doñana estuvo a punto de ser plantada, toda entera, de eucaliptos. Afortunadamente este árbol, que ahora se está tratando de erradicar por completo del Parque Nacional, solo se plantó en algunos lugares.

En el corazón de Doñana, sin embargo, en lo que actualmente es la Reserva Biológica, se plantaron pinos para evitar que se plantaran eucaliptos. Se hizo solo con esa finalidad, por lo que la plantación se realizó sin ningún cuidado, tirando los piñones de cualquier manera, pensando que se los comerían los animales y no nacerían, o que solo prosperarían unos pocos. No ocurrió así, y crecieron 2.000 hectáreas de un pinar espesísimo, en el que se calculaba que había un pino por metro cuadrado (10.000 pinos por hectárea).

Este era un territorio perdido para buena parte de la fauna de Doñana y, desde luego, para el lince, que era imposible que entrara allí. Se decidió clarear este pinar, dentro del proyecto llamado “Plan de manejo del Lince”, de forma que pudiera ser colonizado por el Conejo y posteriormente por el Lince, y conseguir así que aumentara la población de este felino tan amenazado.

El aclareo consistió en cortar nueve pinos de cada diez, es decir, en cada hectárea se cortaron 9.000 pinos (¡todavía siguieron quedando 1.000 pinos/hectárea!). Se ha tardado alrededor de quince años en llevar a cabo esta actuación y se han cortado:

    9.000 pinos/hectárea x 2.000 hectáreas = 18.000.000 de pinos.

Juan Calderón    
21/01/2008    

Roble en Rioseco Haritz - Oak tree



                 Rioseco (Karrantza)

Éste  roble tiene una circunferencia de 3,60 metros  a 1,3 del suelo.

Existe una amplia variedad de especies de Quercus o mejor conocido como encino o roble. Los Quercus comienzan a dar frutos entre los 8 y 10 años, madurando en los meses de otoño, entre octubre y diciembre.  El volumen de producción de frutos es variable según la sub-especie, el clima y la tierra en la que se encuentran.
Se ha encontrado evidencia de consumo de bellotas por humanos desde el año 5000 AC aunque el roble era reverenciado por el hombre desde la prehistoria. Se grababan ídolos religiosos sobre su madera y brujas bailaban a su alrededor (Lyle, 2007). Los celtas lo consideraban un árbol sagrado, en el que Dios se les manifestaba. (Menéndez Valderrey, 2006)
Las bellotas han pertenecido a la dieta de grupos geográficamente variantes y cabe destacar que más que diferencias en su manera de consumo, diferían en la manera de procesarlas.
Se cree que los grupos nativos de Estados Unidos y Europa son los que más han utilizado el roble y su fruto a lo largo de la historia debido a su abundancia y su tierra, pero también han estado presentes en la alimentación árabe, coreana y japonesa (Deforce, Bastiaens, Van Calster, & Vanhoutte, 2009).
En Norteamérica las regiones donde se ha encontrado más documentación sobre el uso de la bellota es en la región del atlántico medio, en los bosques orientales y california. Las bellotas eran un alimento de sustento y de dependencia durante los meses de invierno para varios grupos aborígenes.
Para los Nativos Californianos las bellotas conformaban la mitad de su dieta y eran apreciadas por su sabor y contenido nutricional (Nielsen & Alexander, 2013).
La recolección era llevada a cabo generalmente por las mujeres, ocasionalmente ayudadas por los niños. En las temporadas soleadas, las bellotas eran secadas al sol en el techo de los hogares o en bastidores ubicados en los campamentos indígenas (United States Office, 1985)
Dependiendo de el estado de madurez de las bellotas, distintos métodos de almacenamiento eran utilizados. Se dice que los indios Nomlaki almacenaban las bellotas verdes aún en su cascara, mientras que las maduras, se pelaban antes de ser guardadas. Los métodos comunes para almacenarlas eran en graneros exteriores, elevados unos pies sobre el suelo para evitar las pestes, en pozos forrados de corteza de madera, dentro de las casas, o en pozos que se escavaban en los arroyos. (Chevalier, Marinova, & Pena-Chocarro, 2014)
Las bellotas almacenadas correctamente, podían durar en buen estado entre cuatro meses y treinta años. Las que mejor se conservaban eran las que se mantenían bajo una corriente de agua ya peladas.
La mayoría de grupos nativos utilizaban los frutos para hacer harina, que luego era transformada en pan o pasteles. Los sacaban de su almacenamiento y si aun no habían sido peladas, las pelaban a golpes o con los dientes.
El grupo nómada, Iroqués, las cocinaban y las agregaban a otras comidas, mientras que los nativos de Virginia las rustían sobre el fuego en placas de leñas (Messner & University, 2008). También se conoce que se utilizaban por su aceite natural y que los taninos eran eliminados con ceniza de leña o de carbón. Los Karuk incluso preparaban sopa de bellota (United States Office, 1985).
Originarios de Cerdeña y California preparaban las bellotas añadiéndoles arcilla (Messner & ebrary, 2011). Sorprendentemente grupos geográficamente distantes utilizaban los mismos métodos.
En Europa los hallazgos de bellotas en sitios arqueológicos han dado lugar a diferentes teorías sobre su utilización , tal y como la alimentación para ganado, usos medicinales o farmacológicos, y para teñir tejidos y pieles. Al encontrar que algunos restos de bellotas han pasado por métodos de preparación, como el rustido o molienda supone que también fueron utilizadas como alimento humano.
Durante la época Neolítica los robles eran los que formaban los bosques de la región y las bellotas el alimento de sus pobladores. La facilidad de recolección y almacenamiento era apreciado superando aquella de los cereales y legumbres. Se dice que los robles solían dar frutos más dulces y sabrosos que los que ahora se encuentran en la Europa continental y atlántica (Flouest & Romac, 2011), lo cual pudo haber causado la transferencia de alimento humano al animal.
Registros arqueológicos sugieren que las bellotas tuvieron un papel importante en la alimentación de las comunidades prehistóricas de la Península Ibérica. (Sieso & Gómez, 2002) Recientemente se han descubierto una mayor cantidad de restos de frutos en el cantábrico (Torres-Martínez, 2011) pero poca documentación, dando lugar a la suposición que esta falta de información puede ser una de las razones por las cuales ahora son poco representadas e utilizadas. La destrucción de bosques de Quercus y el mal manejo de estos es una causa probable del movimiento hacia una agricultura enfocada en las plantas. (Bainbridge, 1987)
Conclusión
Existen aproximadamente seiscientas especies de roble dispersas en el mundo, que entre ellas difieren sus necesidades ambientales. Cada especie tiene una composición distinta y como consecuencia frutos con diferentes propiedades nutricionales. El fruto del Quercus, la bellota, era utilizado por personas nativas como un alimento substancial. Para que la bellota sea comestible, se le deben de remover los taninos llevando a cabo el proceso al que se le llama lavado o blanqueado. Por medio de estudios arqueológicos se ha podido ver la variación en los métodos de procesamiento en diferentes culturas. Se cree que la necesidad de ser procesadas y el trabajo que este conlleva es una de las principales razones por las que se ha dejado de utilizar la bellota como alimento humano. De cualquier forma, la abundancia de ella y la aportación de nutrientes, puede ser un motivo para dedicarle más tiempo a su exploración y sus posibles usos gastronómicos.
Gabriela Sandoval

Sabina en Moncalvillo















                             
                              Moncalvillo   (Burgos)



Investigadora Canadiense prueba que los árboles 
se comunican entre ellos

Durante años, los investigadores relacionados con el área de ecología en la Universidad de Columbia Británica, Canadá, han estudiado el comportamiento de los árboles. Entre los hallazgos realizados, encontraron evidencia de que los árboles se comunican entre sí, así como con otros seres vivos.
Cómo funciona esta red de comunicación

De acuerdo con la ecólogo forestal Suzanne Simard, las plantas interactúan y se comunican a través de una red subterránea de hongos que une a las plantas con el ecosistema circundante. A través de esta simbiosis, las plantas pueden contribuir al desarrollo y crecimiento mutuo y ayudar a los diferentes ejemplares del bosque.

El descubrimiento se produjo a partir de la observación de las pequeñas bandas de color blanco y amarillo de hongos identificados en el suelo de los bosques. En una entrevista con Ecology.com, Suzanne explicó lo que los científicos fueron capaces de averiguar a través del análisis microscópico. Según ella, los hongos están conectados a las raíces del árbol. A partir de esta conexión, los árboles pueden intercambiar carbono, agua y nutrientes, según sea necesario.

“Los grandes árboles proporcionan subsidios a los más jóvenes a través de esta red de hongos. Sin esta ayuda, la mayoría de las plántulas no se desarrollarían “, explicó el científico.

Los árboles más antiguos, ya desarrolladas y grandes, son considerados como “plantas madre”. Ellos se encargan de la gestión de los recursos de una comunidad de plantas a través de los hilos de hongos. Esta conexión es tan fuerte que, según la investigación del equipo de Simard cuando se corta un árbol de este tamaño, la tasa de supervivencia de los miembros más jóvenes del bosque o selva se reduce drásticamente. La conexión existente entre las plantas es comparable con la sinapsis de las neuronas humanas.

Este descubrimiento puede cambiar la manera de ver y abordar las cuestiones forestales.
ecología