Platano Paris -platanoa-plantain tree

Paris

Comunicar significa intercambiar mensajes. Y precisamente esto es lo que han descubierto los biólogos americanos que llevan varios años investigando el comportamiento de los árboles colocando orugas nocivas en las ramas de un sauce. El resultado... simplemente increible.



El sauce se protege contra el ataque de las orugas cambiando la composición química de sus hojas. De esta forma, sus hojas ya no son comestibles para las orugas. Esto no tendria nada de particular, y seria una demostracion mas de la extraordinaria adaptacion al medio y a las condiciones adversas por parte del arbol. Es un medio más de las plantas para protegerse de los insectos.


Pero la sorpresa viene ahora, porque los biólogos descubrieron también que los sauces que se encontraban alrededor del árbol en cuestión también se habían vuelto incomestibles para las orugas... y por tanto no habían sido atacados por ellas!


De esto se puede deducir que el sauce atacado por las orugas transmitió un mensaje a los demás sauces de su entorno para avisarles. Muy probablemente el sauce utilizaría para ello una sustancia olorosa que dio la «voz de alarma» a todos los demás sauces.



Mano de madera


El Consorcio Chiclero trabaja en la conservación de 800.000 hectáreas en la selva mexicana fronteriza con Guatemala y Belice, y lo hace con el chicle Chicza, totalmente natural en su proceso de fabricación, no lleva conservantes ni espesantes, y que además es biodegradable; una vez mascado, se deshidrata y se convierte en polvo.



El chicozapote es un árbol centenario que contiene un látex que es el utilizado para hacer el chicle. Chiclear un árbol consiste en hacerle una hendidura para obtener el látex, que se deshidrata y funde posteriormente con otras ceras; a la mezcla resultante se le añade azúcar de caña y jarabe de agave para obtener el chicle Chicza, completamente natural y ecológico, y una alternativa a las gomas de mascar derivadas del petróleo.


El proceso de fabricación de estos chicles ayuda a conservar las selvas mexicanas donde se encuentran los árboles chicozapotes, ya que por cada temporada de explotación, los bosques tienen siete años de descanso. El Consorcio Chiclero cree que su producto es un ejemplo de que se puede vivir de lo que nos da la naturaleza y a la vez ayudar a conservarla

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